Los héroes (II)
Por: Roberto Rexach Benítez
Decía el pasado jueves que los héroes de la revolución boricua -Filiberto aparte- son homéricos. Se trata de seres fabulosos, como Ulises y Aquileo. Pero, no me malentienda, querida Comadre. Entre los personajes de Homero y los de nuestros homerillos existe una diferencia, cuando menos. Aquellos eran criaturas de la mitología griega y éstos son engendros de mitómanos boricuas, que mienten a derecha e izquierda.
Tome usted el caso de don Pedro Albizu Campos. El hombre existió de verdad... como existió también "Aguila Blanca". Ambos -perdóneme su señoría- eran héroes de cinco y diez o venta de pasillo, inventados por cuentistas tropicales.
El "Aguila" menta'o era un vulgar delincuente de navaja y cachiporra y el líder Nacionalista, don Pedro, no fue, digamos, precursor del "Ché" Guevara ni nada que se le parezca. Acusado de promover la revolución contra el Imperio yanqui, el Aquiles del patio tembló como marifinga en la Corte Federal, en 1936.
"A ver", le preguntó el fiscal A. Cecil Snyder durante el proceso judicial... "¿No son los Cadetes de la República, organizados y comandados por usted, el brazo armado de su movimiento revolucionario?" Don Pedro respiró bien hondo y contestó "¡No, no, no! Los Cadetes son inofensivos, ...como una tropa de 'boy scouts'. Marchan por las calles con fusiles de madera". Oh, boy!.. "One, two, three, four... To the rear, ...March!...
Canten, ¡Oh, dioses la huída del fabuloso héroe!
La figura heróica de don Pedro creció, inmerecidamente, después de su encarcelación, en 1936. Antes, desde el '30, se habían esparcido leyendas sobre sus hazañas en la Escuela de Derecho de la Universidad de Harvard. Los homerillos tropicales trabajaron incesantemente en historias increíbles, que pasaron como eventos verdaderos en una Barataria, donde lo absurdo es cierto cuando abona la imagen de "patriotas" revolucionarios.
Así se difundieron supuestos eventos de la vida del legendario héroe. "Su capacidad analítica dejó pasmados a los juristas más eminentes de los Estados Unidos..." ¡Unjú!... "Representó a Harvard en conferencias internacionales y su sabiduría asombró a genios del Derecho de todo el mundo" ¡Unjú!... "Es el mejor estudiante que ha pasado por la Universidad de Harvard desde su fundación..." ¡Unjú!
Lo cierto es que nada de eso es cierto. Pero nadie... ni entonces ni
ahora, ha querido comprobar lo que se alega por temor a desacreditar leyendas esparcidas por homerillos de la "patria revolucionaria". De haberlo hecho habrían descubierto, primero, que, colgado en su primer año de estudios en la Escuela de Derecho, don Pedro ingresó a un programa especial de ROTC que le permitía mantener su status de estudiante de Harvard;... segundo, que en 1921 el Tribunal Supremo le negó admisión a la abogacía porque no había aprobado dos asignaturas de las que había sido "suspendido"... Evidencia y Corporaciones... y, tercero, que, aunque no había terminado sus estudios de Derecho, el Tribunal Federal lo admitió a ese foro, en 1921. Su padrino ante la Corte del Imperio fue don José Tous Soto, Presidente del Partido Republicano, fundado en 1899 por el doctor José Celso Barbosa.
Cumplida su pena de prisión en 1943, don Pedro retornó a Puerto Rico cuatro años más tarde. Los homerillos le recibieron como "héroe de la patria" e inmediatamente reanudó su prédica revolucionaria. Le escuché varias veces, a través de la radio. Denunciaba invariablemente al "cipayo Luis Muñoz Marín" e injuriaba con palabras hirientes a "carniceros que quieren castrarnos".
Aludidos con tales expresiones eran el Secretario de Salud, don Juan A. Pons y doña Celestina Zalduondo, promotora de un programa de control de natalidad del Gobierno de Puerto Rico.
Por supuesto, no fueron frases de ese tenor las que llevaron al "héroe revolucionario" a la cárcel nuevamente. Fue su empeño en derrocar por las armas la autoridad constituída en la Isla... ¡Yep!... La Revuelta Nacionalista se desató en varios pueblos el 30 de octubre de 1950. Al siguiente día, un comando Nacionalista intentó asesinar al Presidente
Truman en la ciudad de Washington. Y, en resumen, la "transfiguración gloriosa de la patria" -palabras de don Pedro- dejó un saldo de 30 puertorriqueños muertos.
Los incidentes más significativos de aquel levantamiento fueron tres,
aparte del ocurrido en la Capital Federal. El 30 de julio, cinco Nacionalistas, armados con pistolas, atacaron el Palacio de Santa Catalina con la intención de asesinar a don Luis Muñoz Marín. En una batalla que duró varias horas, los atacantes fueron muertos por la Uniformada... Se trataba, sin duda, de una misión suicida de revolucionarios, a lo Filiberto Ojeda... de verdad, no de mentira.
El segundo incidente memorable ocurrió en Villa Palmeras, entre las dos y las seis de la tarde del primero de noviembre. Vidal Santiago, barbero de oficio, se fajó a tiros con un batallón de la Guardia Nacional... ¡Sí, un batallón!... La refriega fue transmitida en vivo por varias estaciones de radio y mantuvo al pueblo orando tanto por los guardias nacionales, como por el solitario Fígaro. ... Vidal ni se rindió ni pidió perdón para salvar el pellejo... Lo sacaron inconsciente de su barbería, con la pistola vacía.
El tercer evento, que pasó a la historia de la Revuelta del '50, tuvo
lugar el dos de noviembre, en la Calle Sol esquina Cruz, del Viejo San Juan. Una casa fue sitiada por la Policía, que disparó varios tiros y un par de bombas hacia su interior. Nadie devolvió el fuego... Minutos después, un gorilote del FBI, el agente Osborne, bajó del segundo piso cargando sobre sus espaldas a don Pedro Albizu Campos... En efecto, por segunda vez en catorce años, el fabuloso héroe incumplió su cita con la historia... Los héroes mueren con las botas puestas.
¿Por qué los homerillos tropicales cantan himnos gloriosos a don Pedro Albizu Campos? ... ¿Por qué no se los cantan a Vidal Santiago o a Raimundo Díaz, jefe del comando armado que dejó la vida en el asalto al Palacio de Santa Catalina? Me parece que nuestros homerillos no entienden estas cosas... Glorifican un patriotismo quejumbroso, nostálgico, lloricón, ... inofensivo" como don Pedro dijo que eran los cadetes que marchaban con fusiles de madera.
Así es. A un Fígaro, revolucionario de verdad, prefieren el héroe fabuloso que se refugió en la espalda de un fornido agente del FBI... para salvar el pellejo.
¡Yep!... "Canten, oh dioses, la ira del Pelida Aquileo".
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